sábado, 10 de septiembre de 2011

La JMJ de Adri: una cuestión de mirada...


     Gente. Mochilas. Palabras. Espera. Segovia. Calor. Banderas. Cantos. Alegría. Muchos. Silencio. Colores. Sonrisas. Madrid. Deseos. Iglesia. Corazón. 
      La JMJ ha sido tantas cosas… Yo he tenido la suerte de vivirla desde muchos frentes. Como joven. Como claretiano. Como acompañante. Como peregrino. Como huésped. Como espectador. Como protagonista. Como hermano. Y, sobre todo, como hijo de Dios. Al evocarla ahora se mezclan desordenadas todas las perspectivas, las experiencias, las emociones, las personas… Y pienso inevitablemente que, con el paso del tiempo, la JMJ Madrid 2011 se recordará por los grandes eventos, por la ingente multitud coloreando cada rincón de la ciudad, por el silencio sobrecogedor de Cuatro Vientos, por los discursos de Benedicto, por el encuentro con creyentes de todo el mundo, por las altas temperaturas, por la música, por el cielo de Madrid. En todo ello me descubro y me reconozco. Y, sin embargo, para mí la JMJ ha sido otra cosa. Ha sido una cuestión de mirada. Me di cuenta el día 20, al comenzar la mañana. El Papa quiso celebrar una eucaristía con seminaristas de todo el mundo en la catedral de la Almudena. Aunque hace algunos años nunca lo hubiera imaginado, yo estaba allí aquel día. Con un detalle añadido: de entre los miles de jóvenes que quisieron participar, tuve la fortuna de poder estar dentro, en el cuarto banco, a unos pocos metros del altar. Apenas había dormido tres horas, pero estaba allí. Y entonces lo supe. La fe, como la vida, es una cuestión de mirada. Aunque muchos se le figuren muy poderoso, Benedicto me pareció sumamente débil. Subió al presbiterio con dificultad, caminaba lentamente, la cruz se le vencía, le temblaba la voz, apenas sí podía mover el incensario. Desde tan cerca todo se ve distinto. Por primera vez, el Papa me pareció un anciano de ochenta y cuatro años, un hombre frágil al que una aventura como la JMJ debe suponerle un esfuerzo ímprobo. Me lo dijeron sus ojos. Su cuerpo no le daba para más. Probablemente, tampoco su timidez. Y, sin embargo, se estaba deshaciendo con la mirada para todos nosotros. Había en sus ojos alegría, ternura, esperanza, lucidez, hondura, agradecimiento y un brillo que no es de este mundo. En medio de su debilidad, el Amor le estaba haciendo fuerte. Para entregarse, para darnos lo mejor de sí.




Cuando salí de la Almudena dejé de pensar en la JMJ como lo había hecho hasta entonces. Y comencé a buscar miradas. Pude descubrir así los hilos de esta urdimbre. Me encontré con muchos ojos jóvenes, inquietos, despiertos, emocionados, expectantes, asombrados, ilusionados, reverdecidos, dispuestos, orantes, capaces, pacientes, compañeros, buscadores, distintos, sensibles, llamados, unidos, enviados. En todos, un deseo de vivir en ese mismo Amor que sostenía al Papa en la misa de la Almudena. Para entregarse. Así me pareció verlo en los chicos a los que acompañaba, en el batallón de voluntarios, en el trabajo sin medida de la familia claretiana, en los religiosos, religiosas y sacerdotes con que me iba cruzando, en los grupos que se saludaban cantando de un andén a otro del metro, en la paz de los templos, en la buena voluntad de mucha gente ajena a nuestra fe, en la celebración de la belleza y la bondad de nuestro Dios, en la Iglesia arrodillada ante el Santísimo. En tantos ojos, veía también mi corazón. Veía, como tantas otras veces, el misterio de este encuentro del hombre con su Padre. Y sí, hay mucha torpeza en nuestra forma de vivir la fe y el amor, pero también había un pedazo de cielo en todas esas miradas. Ojalá también en la mía.


Gracias, Padre.
Por Benedicto.
Por esta Iglesia nuestra.
           Por descansar en nosotros tu mirada.


Adri, cmf

2 comentarios:

  1. "Desde tan cerca todo se ve distinto. Por primera vez, el Papa me pareció un anciano de ochenta y cuatro años, un hombre frágil al que una aventura como la JMJ debe suponerle un esfuerzo ímprobo" Refleja muy bien lo que sentiste. Si quieres dejar alguna otra impresión o leer las ajenas, te dejo el enlace de mi blog: http://entodoslosmedios.blogspot.com/2011/08/como-viviste-la-jmj.html
    Un abrazo grande, desde Argentina

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  2. Gracias, Daniel. No conocíamos tu blog, pero me alegro de que tú nos hayas encontrado... Si lo deseas, puedes enlazar en él esta entrada o cualquier otra: estamos encantados de compartir nuestra vida "en de todos los medios". Y de poder escuchar las de tantos cristianos jóvenes inquietos. Un abrazo y enhorabuena por todo el bien que haces a través del blog. Adri, cmf

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