domingo, 29 de diciembre de 2013

¡Feliz 2014!



Estrella del mar.
Reina de la mañana.
Madre de la esperanza.
Mujer de la paz.

Guía al puerto este bajel,
a la luz todas las noches,
al sol los muchos sueños,
los pesares al sosiego.

En ti ponemos nuestros días
-ramillete de dones-:
llévanos a tu Hijo
-don de todo don-.

Amén.



Huye y vuelve...

«Levántate, coge al niño y huye».
Huye de la guerra, del tirano,
del rencor tanto tiempo alimentado.
Huye de las tinieblas y del miedo,
del espanto de no ver al hermano,
de la injusticia ciega,
del dolor evitable,
de la envidia y el tedio,
de la tristeza vana.
Huye de la derrota,
de la esperanza coja,
de la sonrisa rota,
de la falta de fe.

«Levántate, coge al niño y vuelve».
Vuelve a la paz y a la alegría,
al perdón entregado firmemente.
Vuelve a la tierra del pan y la promesa,
al afable cuidado del hermano,
a mirar por el otro,
a nacer para Dios,
a servir para todos.
Vuelve al portal de la vida estrenada,
al zurrón abierto y a la ofrenda pronta,
al deseo encarnado y la cara encendida,
a buscar las estrellas,
al hogar de la fe.

Susurro que José escuchó en la noche,
duermevela en que nos llega tu voz iluminada:
«Levántate del sueño y los pesares,
coge al niño en tus brazos, acrece el corazón,
huye del odio, del muro y la trinchera,
vuelve, romero, al gozo y al Amor».

Amén.



viernes, 27 de diciembre de 2013

¡Feliz Navidad 2013!


Con todo cariño y con mucha ilusión,
deseamos que este año podáis encontrar el pesebre
donde ofrecer vuestra vida, con todo lo que lleva;
el pesebre donde recoger la esperanza,
el pesebre donde dejaros iluminar
por el Dios que camina para siempre
-para siempre-
con nosotros.
Lucero, Hijo del Alba, Pastor, Cordero
...
Y que no nos falte su alegría.








"Zagalejo de perlas,
hijo del Alba,
¿dónde vais que hace frío
tan de mañana?

Como sois lucero
del alma mía,
al traer el día
nacéis primero;

pastor y cordero,
sin choza y lana,
¿dónde vais que hace frío
tan de mañana?"

[Félix Lope de Vega]




sábado, 14 de diciembre de 2013

No te tardarás si yo espero...







"No me quitarás, Dios mío,

lo que una vez me diste
en tu único Hijo Jesucristo,
en que me diste todo lo que quiero.
Por eso me holgaré
que no te tardarás si yo espero".










[S. Juan de la Cruz, Dichos de luz y amor 26]


domingo, 8 de diciembre de 2013

Donde te dije «sí»...







Con cada albor te rindo mis deseos.
Donde te dije «sí»
hoy digo «espero»:
al eco de tu voz que me acompaña
lanzo mi vuelo.

En cada albor me postro ante tu sueño.
Por si vuelve tu luz,
fanal me vuelvo;
por si ha llegado el tiempo de hospedarte,
abro mis fueros.

Con cada albor humildemente ruego:
si te puedo servir,
he aquí mi esmero.
Si puedo hacerme cauce de tu don,
ser cauce quiero.






















En cada albor mi pobre vida elevo.
Levantado hacia ti,
a ti me entrego:
el corazón que Tú mismo forjaste
tómalo entero.

Con cada albor alegre me despierto;
gozoso como el sol,
mi vientre lleno:
de leche y miel alumbras mis entrañas,
remece el seno.

En cada albor sondeo los oteros:
peregrino hacia ti;
de ti, romero.
En busca de un pesebre van mis pasos,
Niño andariego.

Con cada albor te rindo mis deseos.
Donde te dije «sí»
hoy digo «espero»:
al eco de tu voz que me acompaña
lanzo mi vuelo.

Donde te dije «Amén»
digo «te quiero».









Lee aquí las lecturas del domingo...

domingo, 1 de diciembre de 2013

Ama así su espera...














Cuando Tú te abajes, hallarás mis puertas.
Cuando te desbordes, hallarás mis cuencas.
Cuando Tú te inclines, he aquí mi espera,
mis manos alzadas, mis ojos alerta. 
A la santa hora de tu buena nueva,
al aguardo santo de tu gracia eterna.

Hora de la mies, hora de la siembra.
Hora de la tarde, hora mañanera.
Hora de la mar, hora de las eras.
Hora de reposo, hora de faena.
Hora en soledad, hora compañera.
Hora de candil, hora de tinieblas.
Hora barruntada, hora de sorpresa.
Hora de refugio, hora de tormenta.
Hora de la escarcha, hora de la hoguera.
Hora de las horas, hora de tu vuelta.

No importa la hora a quien siempre anhela,
a quien amanece cada día en vela,
a quien no se espanta cuando el frío arrecia,
a quien no se afana en buscar hijuelas,
en trazar atajos, en remendar telas.

No importa la hora a quien siempre sueña,
a quien está pronto pero no se altera,
a quien vive atento pero no trasiega.
A quien no se afana en llevar las riendas,
en forzar el tiempo de alcanzar la meta.

Importa que vienes, importa que llegas.
Quien ama al Amado,
ama así su espera.

Cuando Tú te abajes, hallarás mis puertas.
Cuando te desbordes, hallarás mis cuencas.
Cuando Tú te inclines, he aquí mi espera,
mis manos alzadas, mis ojos alerta. 
A la santa hora de tu buena nueva,
al aguardo santo de tu gracia eterna.
Amén.















domingo, 24 de noviembre de 2013

Que todo está en su Rey...


Dicen los que llegaron,
los que ya se nos fueron,
que nada se perdió,
que todo va volviendo.
Que regresan los trastos del rincón de los juegos,
el olor del bizcocho de las tardes de invierno,
el tacto de la colcha,
el sabor de los sueños,
el nervio adolescente,
la calma que da el tiempo.

Se encuentra uno de pronto
con rostros postergados,
con palabras perdidas,
con sentimientos vagos que ahora son eternos,
con todas las entregas, también con los tropiezos,
con cuentas de rosario,
con tantos padrenuestros.
Que nada se perdió,
que todo va volviendo.


La casa tiene puertas que nunca atravesamos,
vanos en las murallas, al cielo un tragaluz.
El bosque tiene claros que nunca vislumbramos,
anchura en las veredas, frescores en alud.
Se despliegan las velas que estaban amarradas,
abasto en las bodegas y vientos por doquier.
Al mar embravecido le arropan nuevos puertos,
hay pasaje dispuesto para el viejo bajel.

No hay listas de reproches, pero nada se ha ido.
Están los viejos odios
y el rayo que no cesa.
Están pero Tus ojos los ven de otra manera,
a la luz de Tu Luz la noche se conmueve;
se corazona el hombre
al amor de Tu Amor.
Las cuitas que eran lastre y prieta soledad
ahora se han vuelto amarres,
puentes a tu regazo.
Las faltas que eran ruinas y enconados rencores
se han transformado en sendas
de tu misericordia.
Has zurcido el pecado
con hilos de perdón.
Donde hubo hilvanes rotos,
has puesto tu labor.


Dicen los que llegaron,
los que ya se nos fueron,
que nada se perdió,
que todo va volviendo.
Y en el centro del reino que se surge ante los ojos
hay una vieja silla destartalada y pobre,
la más hermosa silla
que se haya visto nunca.
Todos los hombres buscan, todos van caminando,
todo viene con ellos y todos van volviendo.
Y todo hacia esa silla basta y desvencijada,
cálida como cuna, áspera como cruz.

Con infinito exceso,
con afán desmedido,
con humilde poder.
La silla está vacía, el rey arrodillado,
a su lado un lebrillo
y besos en los pies.
Dicen los que llegaron,
los que ya se nos fueron,
que nada se perdió,
que todo está en su Rey.

Amén.