domingo, 29 de noviembre de 2015

Mirad...


Mirad,
Yo vengo,
Yo estoy viniendo.
Escuchad el viento de la noche, 
la luz que va siendo nacida,
el tiempo del que espera.
¿Qué guardas?
¿Qué deseas?
¿Qué esperas?
¿Hacia dónde pones la mirada?

 

 Mirad, 
Yo vengo, 
Yo estoy viniendo.
Con lo que soy, con lo que te ofrezco.
Me vengo trayendo a mí mismo
para que alces la mirada
con lo que guardas,
con lo que deseas,
con lo que esperas,
con lo que amas. 


Mirad,
Yo vengo.
Para que os alumbre una nueva justicia.
Para que esperéis de un modo nuevo.
Para que os vistáis de lo que soy
y os llenéis de lo que prometo.
Y así también vuestra espera, vuestra noche, 
el tiempo y la vida,
la misma que te di y hoy te ofrezco de nuevo.


Mirad, 
Yo vengo.
«Levantaos, 
alzad la cabeza»,
se acerca Quien tanto os espera.

Álzate, que soy Yo el que vengo.


domingo, 22 de noviembre de 2015

A Ti, Rey eterno...


¿Adónde serán llevadas
   nuestras plegarias clavadas?

¿Adónde
   tantos gritos eternos,
   tantos susurros llenos,
   tantas lágrimas ofrecidas sin remedio?

¿Adónde serán llevadas
   tantas vidas encontradas,
   tantas vidas dolidas,
   tantas vidas compartidas
   tantas vidas tan poco amadas?

¿A dónde irán nuestras acciones regaladas?
¿Adónde nuestras ganas de vivir?
¿Adónde estos deseos de seguimiento,
   esta certeza de vivir en lo correcto
   aún con tantas sombras de infidelidad?

¿Y dónde serán colmados todos los esfuerzos,
   todo lo dejado,
   todo lo ofrecido,
   todo lo ansiado?

Adónde irán a parar…
   Sólo Tú lo sabes.
   Sólo Tú lo conoces.
   Sólo Tú lo podrás hacer eterno.

Tú,
   nuestro Principio y Fin,
   nuestro Alfa y Omega,
   nuestra Raíz y Viento,
   nuestra Puerta y Camino,
   nuestro Fuego eterno.
Tú, el Rey del Universo.

Tú, adonde todo será llevado,
   amado, bendecido y colmado.

domingo, 8 de noviembre de 2015

¡Somos misioneros!

Cada domingo tiene algo de especial. Un sol más brillante, una luz más intensa, un color más claro. Y, como cada día, nuestra comunidad amanece con el rezo de las laudes, la oración de la mañana de toda la Iglesia.
   Hoy había algo especial. En cada uno de nuestros lugares encontramos la Declaración del XXV Capítulo General, «Testigos-Mensajeros de la Alegría del Evangelio». Hombres de tantas lenguas, pueblos y naciones oraron, reflexionaron y discernieron hacia dónde queremos caminar como misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María en este tiempo que vivimos. Y, de repente, uno empieza a preguntarse qué es lo que han recibido sus manos...
   Este librito recoge cómo la Congregación ha discernido la voluntad en Dios para con nosotros en este tiempo. La expresión de la memoria y la tradición que hemos recibido; del presente apasionante que transitamos y del futuro que viene lleno de esperanza. Nos fuimos dando cuenta que lo que teníamos entre manos es la apertura que nuestros mayores han ofrecido al Espíritu. Para ser más misioneros. Para ser más claretianos. Para ser más como Dios quiera que seamos.

   Entonces sólo queda agradecer este regalo. Sabernos dentro de una gran familia que vive a lo largo y ancho del mundo la alegría del Evangelio. Darnos cuenta de que desde aquí, desde nuestra comunidad de Colmenar Viejo, tratamos de mostrar el rostro de la Congregación hoy: hombres de tantas lenguas, pueblos y naciones que somos llamados «a testimoniar la primacía absoluta de Dios y de su Reino» [MS 3], que tantas consecuencias fecundas tiene.

Cada domingo tiene algo de especial... hoy nos sentimos un 
poquito más claretianos.


¡Ábrenos los oídos y los ojos,
sacúdenos el miedo y las inercias,
danos un corazón de carne y de crisma,
revístenos de gozo y de osadía,
envíanos, al Viento que te lleva,
testigos de tu Hijo,
diáconos de Pascua, servidores,
hermanos ecuménicos del mundo!
[Pedro Casaldáliga, cmf]