domingo, 30 de noviembre de 2014

De la nueva espera... ¡Feliz Adviento!


Comenzamos este tiempo del Adviento, marcado por la espera y el deseo, la alegría sencilla del que llega y la torpeza de nuestros empeños. Y en medio de esto, la invitación de la Iglesia a celebrar el «Año de la Vida Consagrada»



Para todos nosotros es una oportunidad para recordar y agradecer nuestra vocación. También para revelar la Belleza escondida de nuestro sí a un proyecto tan grande, tan apasionante, tan de Dios... y proponérsela a aquel que está buscando un amor más grande. Merece la pena y la alegría esperar al que esperamos, al Amado. A Aquel que viene - siempre viene - incluso para quien no le espera...



Ojalá que en este tiempo de nueva espera atisbemos la alegría de «un Amor que lo alborea todo»...

¡Feliz tiempo de espera!
¡Feliz Adviento!


 

Soneto de la nueva espera


Hay un tropel de vírgenes en vela
y un centinela ronda cada esquina,
faros alerta, si por mar arribas;
desbrozadas las sendas, si por tierra.

Ojos alzados, manos en faena,
lámparas de salón: ¡todas prendidas!
Luz que no alumbra: pareciera día
de tanta convicción con que te esperan. 

Mas Tú escogiste el cauce del asombro,
inaudito rincón, la carne humana,
el seno de la noche y el desdoro.

Tu Rostro más acá de nuestros modos.
Todo el afán del mundo no bastara
para un Amor que lo alborea todo.





domingo, 23 de noviembre de 2014

Yo mismo volveré...


Yo mismo volveré,
vendré a buscaros.
Vendré como pastor a mi rebaño,
como buen capitán a mi velero,
como esposo al hogar en que le esperan,
como rey a su reino.
Volveré como Amor, como vocero,
como Dios pregonado y pregonero.
Y mis ojos cuajados de emoción:

¡Entra en el gozo de tu Señor!

Vendré como me fui,
vendré por vuestras sendas.
Por donde el mundo tiene sus heridas,
por donde el hombre busca la belleza.
Volveré por las cumbres, por los valles,
por los rincones donde no se os ve,
por las esquinas donde se os encuentra.




Pero vendré con un nuevo color,
con pasos nuevos,
con el gozo del Padre que os aguarda,
que os llama en el Espíritu a su Reino,
que os ve venir de lejos
a los arrepentidos, a los atribulados,
a los que habéis servido
aun cuando hayáis fallado;
que sale apresurado, ¡atropellado!,
con el abrazo pronto
y el beso preparado.


Vendré con la pasión en el costado, 
con los nombres sellados en las manos,
el rostro luminoso de tan enamorado,
el cuerpo del madero cubierto por la luz,
el grito de la cruz tornado en canto.


Os abriré las puertas atrancadas,
ensancharé las sendas tan angostas,
liberaré de carga las espaldas.
Y con timbre de fiesta escucharéis mi voz:

«Ven a tu casa, amigo, ven por gracia,
ven a morar donde mi reino acampa,
por tu acogida, por mi misericordia,
por puro don del Padre que me quiere,
por puro don del Padre que nos ama».


Yo mismo volveré,
vendré a buscaros.
Vendré como pastor a mi rebaño,
como buen capitán a mi velero,
como esposo al hogar en que le esperan,
como rey a su reino.
Volveré como Amor, como vocero,
como Dios pregonado y pregonero.
Y mis ojos cuajados de emoción:

¡Entra en el gozo de tu Señor!

Amén.