domingo, 23 de noviembre de 2014

Yo mismo volveré...


Yo mismo volveré,
vendré a buscaros.
Vendré como pastor a mi rebaño,
como buen capitán a mi velero,
como esposo al hogar en que le esperan,
como rey a su reino.
Volveré como Amor, como vocero,
como Dios pregonado y pregonero.
Y mis ojos cuajados de emoción:

¡Entra en el gozo de tu Señor!

Vendré como me fui,
vendré por vuestras sendas.
Por donde el mundo tiene sus heridas,
por donde el hombre busca la belleza.
Volveré por las cumbres, por los valles,
por los rincones donde no se os ve,
por las esquinas donde se os encuentra.




Pero vendré con un nuevo color,
con pasos nuevos,
con el gozo del Padre que os aguarda,
que os llama en el Espíritu a su Reino,
que os ve venir de lejos
a los arrepentidos, a los atribulados,
a los que habéis servido
aun cuando hayáis fallado;
que sale apresurado, ¡atropellado!,
con el abrazo pronto
y el beso preparado.


Vendré con la pasión en el costado, 
con los nombres sellados en las manos,
el rostro luminoso de tan enamorado,
el cuerpo del madero cubierto por la luz,
el grito de la cruz tornado en canto.


Os abriré las puertas atrancadas,
ensancharé las sendas tan angostas,
liberaré de carga las espaldas.
Y con timbre de fiesta escucharéis mi voz:

«Ven a tu casa, amigo, ven por gracia,
ven a morar donde mi reino acampa,
por tu acogida, por mi misericordia,
por puro don del Padre que me quiere,
por puro don del Padre que nos ama».


Yo mismo volveré,
vendré a buscaros.
Vendré como pastor a mi rebaño,
como buen capitán a mi velero,
como esposo al hogar en que le esperan,
como rey a su reino.
Volveré como Amor, como vocero,
como Dios pregonado y pregonero.
Y mis ojos cuajados de emoción:

¡Entra en el gozo de tu Señor!

Amén.
 




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