martes, 31 de marzo de 2015

Martes Santo: en un barro nuevo...

   Muchos no imaginarían que llegase ese momento. Quizá tampoco lo esperaban. A veces vivimos tan abrumados... y, sin embargo, Tú te conmoviste. Y nos seguiste mirando. Seguiste siendo la mirada infinita que embellece nuestro barro...

   DIOS SOÑANDO


   Nos vamos arrastrando
   penosamente. Mudos. Sobre el Tiempo.
   Nos pesa acaso el cuerpo. El barro endurecido.
   La gravedad que gira
   por sobre el corazón...

   Es entonces
   cuando a nosotros llegan afiladas
   palabras que agudizan nuestra bruma
   -porque el temor confunde, pero jamás conmueve-, 
   palabras que se clavan en las fibras
   de la carne vencida.

   Palabras
   de justicia divina, que se yerguen
   implacablemente
   frente a nosotros. Derribados. Mínimos.

   Yo prefiero soñarte más humano
   con un trozo de barro -nuestra carne podrida-
   entre tus manos
   y escuchar tus palabras. Las tuyas de verdad
   -las que a mí me dirías si me tropezaras-:
   "Es que acaso, con esto, puede hacerse otra cosa",
   mientras se va posando
   la ternura infinita de tus ojos
   sobre tanta miseria.
Maria Elvira Lacacci


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