lunes, 8 de abril de 2013

La experiencia pascual de Denís...


     Denís nos cuenta su experiencia en Semana Santa con el Centro Juvenil Claret de Segovia. Acogemos agradecidos sus palabras:


     Mi experiencia pascual de este año tiene varios momentos.
     El primero es la renovación. Es verdad que en la vida cotidiana muchas veces tomo la fe como algo rutinario y, por así decirlo, normal y corriente. Entre tantas preocupaciones la tomo como un presupuesto ordinario que asumo y luego no le hago mucho caso. Sin embargo, el encuentro con los jóvenes, sobre todo, con los más mayores, me demostró esta situación hipócrita de mi vida. Tal vez porque están en la edad de encrucijada vital, cuando tienen que escoger entre varias opciones y necesitan a alguien que les dé consejo; tal vez, porque su edad es de una mayor inocencia y sinceridad, con lo cual, es más fácil que la fe viva mane de sus corazones; pero es verdad que estos chicos y chicas, que además son laicos, a menudo muestran más fe y más confianza en Dios que yo, y es un reto para mí responder a Dios cada día dentro de mi alma este “creo” que pronunciamos en la renovación de los votos bautismales.
     El segundo momento es la experiencia del rostro. El Centro Juvenil de Segovia no es mi lugar de apostolado habitual, de modo que allí no conocía a nadie más que a Franklin y a Gabriel, y recordar los nombres de los 60 chavales en tres días resultaba casi imposible, porque los nombres no son únicos, no dan individualidad. ¿Cuántos Juanes, Marías, Gonzalos hay? En cambio, cada rostro, estos ojos que me miran y esta boca que me habla, es irrepetible. Me presenta todo un conjunto de rasgos personales, y no de todos, quizá, me doy cuenta; y no todos me agradan; pero siempre es una invitación para amar, no porque me caiga bien o me divierta la persona, sino porque detrás de cada este rostro, que es como un icono vivo, un libro de una historia infinita, está el rostro del Señor.


     El tercer momento es la confianza. Es la experiencia más propiamente pascual que he tenido, porque está relacionada inmediatamente con lo vivido en la Semana Santa. Muchas veces en nuestra vida, y yo en la mía en particular, me siento abandonado por Dios, no entiendo este extraño silencio que me rodea, me adentro en la oscuridad pensando que estoy solo. Pero no hay mal que Dios no convierta en bien para todos, incluso para mí mismo. Siempre está conmigo, siempre; aun cuando no lo quiero. Le doy gracias a Él por su incesante actuar, por su amparo, por su constante presencia; le pido que ayude a los que se sientan abandonados, desconsolados, desesperados, que se les presente como el único que les puede dar la felicidad. Roguemos al Señor.

Denís Malov


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