Uno de los efectos de la Pascua es el envío misionero del Resucitado: 'id y anunciad'. Lo llevamos escuchando toda esta gran semana de Pascua. Por eso, en medio de esta alegría, uno de nuestros hermanos, Charles Rolón, ha viajado a Vigo, a la
Parroquia claretiana del Corazón de María, para compartir su encuentro con el Resucitado y la misión en la que le conoció: la misión claretiana en Paraguay. Con los destellos del Señor vivo en medio de este pueblo, compartimos con vosotros el mejor regalo que Charles quiere hacernos, la experiencia de su fe y su vocación en salida misionera... ¡gracias!
“Mi espíritu es para todo el mundo”
Mi nombre es Charles. Natural de Paraguay. Procedo de una familia sencilla, trabajadora y humilde. Tengo tres hermanos. Mis padres ya están jubilados y se pasan ahora trabajando en su pequeña granja que tienen.
El Papa Francisco invita a cada persona a sacar de su interior la capacidad de amar que habita en su corazón. Para ello, anima a descubrir que el Evangelio es fuente de Alegría, de Libertad y de Salvación para todos los hombres. Todos los misioneros estamos llamados a vivir esta experiencia de la misericordia. Revelando el rostro vivo de Dios en la entrega generosa de la vida, en el servicio y en el anuncio de la alegría del perdón. Los misioneros viven una profunda vida espiritual, que enriquece su mente y su corazón para reconocer la acción del Espíritu hasta llegar a ser un verdadero “discípulo misionero”.
Me gustaría explicaros en tres etapas de mi vida misionera. A saber:
Una primera etapa: mi propia experiencia de la vocación misionera, vivido particularmente en mi propia tierra, es decir, en mi país. Mi vocación a la vida misionera lo fui descubriendo con el paso de los años en el Seminario menor de los misioneros Claretianos. Fue entonces donde se inició todo y comenzó una primera respuesta insignificante a la llamada de Dios. Sin embargo, poco a poco fui comprendiendo y entendiendo los por qué y, la respuesta que se me iba dando a mis interrogantes...
Misión de los Claretianos: están trabajando en la misión para ser luz en medio: el odio, la injusticia, la mentira, la opresión, el dolor, la soledad, el hambre, la ignorancia y tantas otras necesidades de amor que son urgencias de la misión de Dios.
Una segunda etapa: mi experiencia misionera, situada ya fuera del contexto de mi cultura, en concreto, en la etapa del noviciado. En Cochabamba (Bolivia). Un nuevo estilo, un nuevo horizonte, una nueva misión. El tiempo del Noviciado: fue un espacio y un tiempo para fundar y consolidar esta llamada a la vida misionera. Hubo un momento significativo que quisiera compartirlo, y particularmente es la misión de los Misioneros Claretianos en Bolivia. Fue la misión de Potosí. Ubicado al norte del país. Fue una experiencia realmente impactante, pero a la vez, una fortaleza para mi vocación misionera.
Y la última etapa: mi experiencia de Dios, es decir, mi experiencia de fe. Me quedo con el signo de la humanidad de Dios y de la experiencia de la fe, con dos momentos. En la vertiente humana me quedo con rostros, la sonrisa, la amistad, heridas… Y por otro lado, la huella de la fe me hace quedarme con una esperanza de un pueblo, de unas comunidades que están transformándose con la presencia de los misioneros, pero sobre todo con esa presencia de ese Dios que toca los corazones y que lo lanza a abrir un horizonte de anhelo, de amor y de belleza. Por lo tanto, la generosidad, la servicialidad, la entrega generosa, la disponibilidad…son signos de la existencia de Dios.
- Tener un corazón abierto, un corazón dispuesto;
- Tener un corazón sin límites, sin condiciones;
- Y tener un corazón limpio, indiviso, centrado en el único Amor puede convertir y cambiar la vida de mucha gente y del pueblo de Dios.
Y para ir concluyendo, quisiera hacerle llegar una petición: No se cansen de orar por las vocaciones. Gracias a la oración seguimos Fortalecidos, Consolidados, Afianzados. Oren por todos los misioneros y misioneras del mundo. No se cansen de orar y pedir por las vocaciones. Porque la mies es mucha pero los obreros son pocos. Muchas gracias.
Charles Rolón, cmf