jueves, 15 de febrero de 2018

Ser un europeo en China | Carlos Puerto cmf



Ser un europeo en China puede hacerte sentir como si fueras un extraterrestre, en especial si vas a las áreas rurales donde los extranjeros son una excentricidad y tratas de vivir con ellos. Hay tres opciones para un “alien” como tú: mostrar que eres diferente, tratar de esconder las diferencias o aceptarlas con naturalidad. Yo elegí la tercera y pude ver que tenemos más cosas en común de lo que parece a simple vista.
Sí, es cierto que los españoles pensamos de lo particular a lo general mientras que los chinos lo hacen de lo general a lo particular. Por ejemplo, un español escribe su dirección comenzando por la calle y terminando por el país, mientras que un chino lo hace al contrario. Cuando un español lleva a cabo una tarea piensa en el resultado, pero un chino piensa en el proceso; descubrí esto cuando los estudiantes chinos se rieron de mí al verme copiar un carácter chino.




Pero todos tenemos los mismos sueños, esperanzas y sentimientos; y existe un lenguaje mayor que los idiomas, un lenguaje que está por encima de las palabras y no sabe de fronteras. Este lenguaje nace en el corazón de la gente y se habla con los ojos, el cuerpo… la propia vida.
El mes que pasé en China participando en dos campamentos con el hermano Sid, Josua, Joseph y Stephen me ayudó a descubrir esta verdad y me enseñó a distinguir entre lo esencial y lo circunstancial, lo cual con frecuencia nos ciega impidiéndonos ver al otro como a un igual.
China es un gran país con una gran historia, pero su mayor riqueza es su gente. Zhaoxian, Yulin y nuestra comunidad misionera me mostró esta y otras verdades, pero fue la familia que me acogió en Pekín la que lo grabó a fuego en mi corazón.
De China, nuestra comunidad itinerante fue a Kupang (Indonesia) donde animamos un campamento de inglés para los aspirantes y postulantes claretianos de allí. En esta ocasión Thomas y Ben se unieron a nuestro equipo. Allí descubrí un país joven lleno de esperanza y alegría, esa alegría que Europa parece haber olvidado y esa esperanza que tanto necesitamos.
Se supone que yo era el misionero, pero fueron China e Indonesia las que me evangelizaron.

Carlos P. G. cmf       



lunes, 12 de febrero de 2018

Observar, discernir y acompañar: encuentro de estudiantes cmff


   
  
   El pasado viernes 9 de febrero daba comienzo el encuentro anual de estudiantes claretianos. La comunidad formativa de Granada vino hasta nuestra casa, en Colmenar Viejo, junto a otros estudiantes que viven en otras comunidades, como Sevilla y Pamplona. El tema en torno al cual giró el encuentro fue el próximo Sínodo de los jóvenes.


  La experiencia del P. Fernando Bueno, SSCC, iluminó la mañana del sábado. Claro y directo, compartió con nosotros la realidad de este momento eclesial y social: ¿cómo respondemos a los jóvenes desde nuestra vocación consagrada siendo jóvenes también? Mantener vivo nuestro deseo, no disfrazar el evangelio y acompañar a los jóvenes siendo nosotros también acompañados fueron algunas llamadas suscitadas desde su presentación: nuestra propuesta de fe sigue respondiendo a los anhelos más íntimos.


  Por la tarde, pudimos encontrarnos con cuatro jóvenes de nuestra pastoral claretiana de Santiago: Miguel y Juan (Parroquia-Colegio San Antonio Mª Claret) y Paloma y Ana (seglares claretianas de la Parroquia del Inmaculado Corazón). Poco a poco, nos fueron regalando sus distintas percepciones sobre los misioneros claretianos: valoran nuestra cercanía y entrega, quieren estar con nosotros y que estemos con ellos. Sin embargo, también nos piden el evangelio sin disfraces, acompañamiento, cauces de encuentro reales de la misión compartida y encender la búsqueda de Dios juntos.


 Tras un tiempo de adoración, la noche del sábado se cerraba entre cantos y bailes que volvían a recordarnos que la Congregación es rica en culturas y diversidad, que la misión no conoce fronteras para apasionarse con el evangelio.


 El domingo nos regalamos un breve espacio personal para poner delante de Dios las llamadas recibidas durante este encuentro, valorar nuestra experiencia como acompañados y afinar en los desafíos que el Sínodo trae. La eucaristía final, presidida por Pedro Belderrain cmf, Superior Provincial de Santiago, fue el envío a nuestras realidades concretas: sabernos agradecidos por lo que cada uno de nosotros aportamos a la Congregación, sin tener miedo a lo distinto y a los desafíos que están en el horizonte más cercano.
  Un año más, queda el encuentro entre nosotros, estudiantes claretianos. Queda la pasión con la que respondimos a Su llamada y a la que queremos seguir respondiendo cada día. Queda, sin duda, que el Espíritu nos siga animando a dar lo mejor de nosotros mismos para que Dios sea más conocido, amado, servido y alabado de todos. Como fieles misioneros, como hombres enamorados.