jueves, 6 de junio de 2013

Novena al Corazón de María. María, mujer fiel


Desde nuestra fe sostenemos que Dios, nuestro Padre, permanece atento a la súplica de su pueblo, y aunque en ocasiones no sabemos lo que pedimos, según lo predijo desde antiguo por la boca de sus santos profetas, Él llega hasta nosotros, nos visita y nos salva. Es nuestra fe la que nos lleva a reconocerle rico en amor y misericordia. Mas, ¿cómo es posible que nos veamos en medio de un valle de lágrimas? ¿Cómo aceptar que hayamos de beber el cáliz de la pasión? ¿Cómo se junta la gloria y el madero, la gracia y el afán, tener propicio a Dios y escaso el pan?
Dios que creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, estableció una alianza perpetua con nosotros, manteniéndose fiel a ella. Mas no se nos impone, Dios se nos ofrece a cuantos lo buscamos con sencillez y humildad de corazón. Así pues, una vez más, es María quien nos muestra la respuesta a todos esos interrogantes nuestros, dudas e incertidumbres que nos asaltan cuando nuestros deseos y aspiraciones no se ven correspondidos con la realidad. María, la mujer fiel al Amor de Dios, nos enseña cómo haciéndose servidora es engrandecida; presentándose como esclava, es enaltecida entre todas las mujeres.


DAME, SER FIEL COMO TÚ, MARÍA.
Para que mi fe sea más fuerte que mis pensamientos.
Para que mis dudas no se impongan a la fe.
Para que mi fuerza no se resista a la invitación de Dios.

DAME, SER FIEL COMO TÚ, MARÍA.
Para que no me conforme con los mínimos.
Para que no me embargue el pesimismo.
Para que, lejos de decir "no" siempre diga "sí".

DAME, SER FIEL COMO TÚ, MARÍA.
Para que la alegría me anime en el seguimiento a Jesús.
Para que la esperanza me ayude a seguir hacia adelante.
Para que la gratitud sea consecuencia de dejarme llevar por Dios.

¿Cómo lo hiciste, María?
¿Cómo pudo más Dios que la debilidad para responderle?
¿Cómo venció el ángel y no tus dudas?
Sólo, María, la fe y la esperanza te hicieron dejar en segundo plano
los sentimientos de temor o de temblor
que asomaron en un primero momento.
Luego corresponder a su Amor, siendo fiel.
¿O no fue así?
Amén.

                                                                       [José Manuel Sueiro]



miércoles, 5 de junio de 2013

Novena al Corazón de María. María, Corazón de Fragua



     Contemplamos hoy a María, Corazón de Fragua. Esta advocación es muy propia y muy querida para los claretianos. Claret contempla el Corazón de María como una fragua ardiente en la que se forma el cristiano. Siente que ella es la fragua donde forjarse como hijo de Dios y misionero del Evangelio. A menudo se dirigía a la Virgen María llamándola “fragua”, singularmente en la oración que solía recitar al comienzo de las misiones populares: “¡Oh Virgen y Madre de Dios, Madre y abogada de los pobres e infelices pecadores! Bien sabéis que soy hijo y ministro vuestro, formado por Vos misma en la fragua de vuestra misericordia y amor” (Aut 270). En este sentido, la fragua puede entenderse como un camino a seguir de la mano de la Virgen María, donde ella es para nosotros:
  • La Protectora en los peligros que nos acechan y nos impiden tomar una clara decisión por Dios en las diversas encrucijadas de la vida.
  • La Madre que en su Corazón refleja y transmite el fuego del amor del Padre y del prójimo.
  • Es la Formadora que va forjando con su acción materna la barra de hierro –que cada uno de nosotros somos– hasta adquirir la forma de su Hijo Jesús.
  • Y la Directora que envía a sus hijos, como saetas afiladas, a anunciar el Evangelio y construir aquí y este tiempo el Reino de Dios.

    Nosotros podemos poner en práctica a lo largo de nuestra vida este camino de renovación y configuración. Decisión libre y exigente. Solo el Espíritu Santo y la Virgen María pueden formar en nosotros a Cristo. No olvides invocarlos cada día. Te será muy provechoso repetir con frecuencia unas sencillas jaculatorias inspiradas en las palabras de san Antonio Mª Claret: “Madre, fórmame en la fragua de tu Corazón”, “Madre, lánzame como saeta afilada”. Y cada vez que acudas a la Eucaristía recuerda esto mismo que él nos dijo:
     “Al que comulga bien le sucede lo que a la barra de hierro que se mete en la fragua, donde se convierte en fuego; sí, asimismo queda endiosada el alma que comulga bien; el fuego al hierro le quita la escoria, la frialdad natural, la dureza, y le pone tan blando que lo llega a derretir y se amolda al gusto del artífice. Otro tanto hace el fuego del amor divino en la fragua de la comunión al alma que comulga bien y con frecuencia: le quita la escoria de las imperfecciones, la frialdad natural, la dureza de su amor propio, y la pone tan tierna y blanda, que se amolda completamente a la voluntad de Dios en todo y por todo, y así dice, como Jesús al eterno Padre: Hágase tu voluntad y no la mía (EE 131).


Madre de nuestra comunidad,
Madre del Corazón en permanente fragua,
déjanos contemplarte
como la mujer disponible
con el sí siempre a punto para Dios,
déjanos reconocerte
como la mujer con el paso alerta,
atenta a las necesidades de los otros,
déjanos verte así: desinstalada y pobre,
peregrina de la Palabra,
peregrina tras el mensaje.

Tú afrontaste las crisis de tu existencia:
dudas, separaciones, muertes,
con los ojos abiertos a los signos de Dios,
esperando siempre y fiel a tu vocación.
Tú lo aceptaste todo
y lo diste todo generosamente, sin condiciones,
en constante actitud de servicio al Reino.

Gracias por tu generosidad y por tus gestos.
Madre del sí siempre a punto,
Madre del Corazón en permanente fragua,
enséñanos a entregarlo todo a Dios y a la humanidad.
Amén.

                                                                              [José Manuel Sueiro]



martes, 4 de junio de 2013

Novena al Corazón de María. María, Formadora


Nuestra vida de creyentes en el Señor y de testigos del Evangelio se ve con frecuencia reflejada en esa parábola, enseñada por Jesús a la gente sencilla y de buen corazón, en la que presenta a un padre con los brazos abiertos ante el retorno de su hijo.
Humildad, sinceridad de corazón y transparencia, así como arrepentimiento ante los pasos mal dados en la vida, se nos presentan como actitudes necesarias en nuestra vida de fe, sea cual sea nuestro momento, nuestra circunstancia y nuestra etapa en el camino de la vida.
Dirigiendo nuestra mirada a María, hoy podemos volver a verla caminando por estos mismos derroteros en los que nosotros nos hallamos. Sentirla cerca, como caminando junto a nosotros o esperándonos para llegar hasta ella, ha de alegrar nuestro ánimo, pero también ha de llevarnos a constatar que necesitamos dejarnos formar por ella, decidiéndonos a imitar su forma y estilo de vivir confiando en Dios.
En este nuevo día de la novena a su Inmaculado Corazón, abramos nuestros cinco sentidos para acoger a María como nuestra guía, como la que forma en nosotros un corazón de discípulo.


María, eres la docilidad pura:
no sólo cumples la voluntad divina
sino que te dejas hacer por Él
y formarte por su Palabra:
“¡Que se haga en mí según Tú!”
–es toda tu respuesta a sus peticiones–.
Sabes que si le dejamos hacer a Dios
Él sacará de nuestro barro una obra maestra.
Sabes que no nos es fácil dejarnos hacer, dejarnos formar.
A veces tenemos cierto miedo a lo que nos dice en su Palabra:
parece que perderemos prestigio o eficacia
si tenemos que actuar y vivir según lo que Él quiere.
Otras veces, tenemos miedo de que nos pida mucho,
ponemos reparo a que cargue demasiado su yugo sobre nosotros,
tememos la hora de la poda o la transformación.

Es falta de fe.
María, formadora de apóstoles y discípulos del Señor,
tú fuiste la que te fiaste, la que venciste al miedo,
la que fuiste libre, la que dejaste hacer a Dios
y la que forjaste tu Corazón en la fragua de su Amor.
A Ti nos encomendamos como hijos de tu Corazón,
formadora de vidas apasionas por el Amor de Dios.
Amén.

                                                                                        [José Manuel Sueiro]



lunes, 3 de junio de 2013

Novena al Corazón de María. María, habitada por el Dios Trinidad


Nuestro Dios dista mucho de ser alguien solitario y huidizo. El misterio de Dios nos invita a recordarle tal y como es: Padre del que brota de la vida y origen de cuanto existe; Hijo que por Amor se hace Dios cercano a nosotros; Espíritu por quien somos constituidos hijos de Dios. El Dios en quien María puso toda su confianza es este Dios que es Amor, comunión y donación en su mismo seno. El Dios trino cubrió a María de bendiciones y ella guardo esta presencia y la meditó en su corazón. Ella nos dice hoy, como siempre: Dios es Amor, y viene a nosotros de muchas maneras, con preocupación y cuidado paternal y maternal, con perdón y con la vida que nos trajo Jesús, con valor y alegría, esperanza y luz derramadas sobre nosotros por el Espíritu Santo. Dispongamos este día nuestro entendimiento, nuestro corazón y nuestro ánimo, para dejar que Él vuelva a reavivar en nosotros, como en María, esta experiencia de íntima comunión en el Dios-con-nosotros.


Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra:
bendita eres entre todas las criaturas del Señor.
Te felicitamos como el resto de generaciones
porque Dios ha obrado cosas grandes por ti.
Bendita eres entre todas las mujeres, Madre,
por haber conservado la palabra de Dios en tu corazón,
por  haber llevado en tus entrañas inmaculadas al Hijo de Dios,
por haber amado inmensamente a Cristo.
Bendita eres entre todos los que han creído
que lo dicho por el Señor llegará a cumplimiento,
porque te dejaste adornar por su Espíritu
acogiendo toda clase de bienes y dones espirituales y celestiales,
ofreciéndote como morada que tiene a Dios en medio,
sagrario vivo que lleva a Cristo vivo,
casa de oro adornada por el Espíritu Santo.

Danos, Madre,
el sabernos hijos de tu Corazón Inmaculado,
y el disponer nuestras vida para servir al Señor
con sinceridad de corazón,
convirtiéndonos, por nuestra fe obediente,
en criaturas nuevas del Dios,
imágenes de la presencia viva de Cristo entre los hombres,
moradas habitadas por el Espíritu.
Amén.

                                                                                           [José Manuel Sueiro]


domingo, 2 de junio de 2013

Novena al Corazón de María. María, maestra


Tras toda su experiencia de vida, en la primera oportunidad que le brinda la narración de su autobiografía, Antonio María Claret condensa en una sola frase quién era, ha sido y es para él María, la Madre de Jesús: "María Santísima es mi Madre, mi Madrina, mi Maestra, mi Directora y mi todo después de Jesús".
Hoy celebramos la solemnidad del Corpus Christi, el memorial del Cuerpo de Cristo, entregado por nosotros para que nosotros también nos entreguemos, para que amemos sin medida. Después de partir el pan y de repartir el vino -su vida y su destino-, Jesús quiso que nosotros repitiéramos su gesto: "Haced esto en memoria mía". Con esta frase, pronunciada al final de su ministerio, el Señor recogía de algún modo aquella otra frase de María, pronunciada en Caná al comienzo del caminar público de su hijo: "Haced lo que él os diga".
María fue la primera discípula y, precisamente por eso, es para nosotros la mejor maestra. Su pedagogía de aprender a guardar y meditar las cosas de Dios en su corazón le llevó a comprender los misterios divinos y a disponer su propia persona para que en ella se revelase este mismo Dios, que por amor se hizo hombre en el Hijo, y que se derrama en cada uno de nosotros por el Espíritu.


Virgen María, Madre de Jesús y Maestra nuestra:
enséñanos a no tener miedo,
enséñanos a estar siempre dispuestos,
enséñanos a afrontar las dificultades,
enséñanos a no dejarnos llevar por las influencias de unos y otros,
enséñanos a vivir la vida con esa fuerza interior
con que Tú la viviste,
enséñanos a vivir con entusiasmo y esperanza,
enséñanos a conocer la misión que a cada uno
nos ha sido encomendada.

María, Maestra de los seguidores de tu hijo,
enséñanos tú,
que supiste guardar y meditar las cosas de Dios,
así, podremos nosotros dar testimonio a nuestros hermanos
y contribuir con entusiasmo
a la construcción del Reino de Dios entre nosotros.
Amén.

                                                                                 [José Manuel Sueiro]



sábado, 1 de junio de 2013

Novena al Corazón de María. María, Madre

     Aunque con un día de retraso, vamos a celebrar en este blog la novena al Inmaculado Corazón de María. Nosotros, misioneros claretianos en formación inicial, estamos llamados a convertirnos en "Hijos del Inmaculado Corazón de María". Así quiso nuestro fundador, S. Antonio María Claret, que nos llamásemos. Y así queremos nosotros caminar por la vida. Con ayuda de parte de unos materiales preparados por uno de nuestros formadores, P. José Manuel Sueiro, contemplaremos estos días a María y prepararemos así su fiesta. Que éste sea un camino de conversión y de gratitud al Señor que nos ha llamado, de acercarnos más a Jesús a través de María, la discípula. Y de llegar a los hombres que sufren a través de María, la madre, la que siempre estuvo y está. Atenta en todas las bodas, en pie en todas las cruces. Aquí estamos, Madre, fórmanos en tu Corazón...


Virgen María, Madre de Jesús y Madre nuestra:
Te pedimos con fe que despiertes en nosotros
el entusiasmo por vivir la vida
que Dios nos ha dado.
Las alegrías y esperanzas nos lleven a dar gracias de corazón,
las angustias y tristezas nos acerquen a la cruz,
donde tú te nos ofreces como madre.
Madre, en tu vida aparecieron contrariedades
que fuiste afrontando con alegría y gozo interior.
Tu presencia entre los hombres
sembró la esperanza, el consuelo, la alegría
y las ansias de vivir confiadamente en el Amor de Dios.
Ayúdanos a colorear el rostro de nuestra misión
de entusiasmo y de esfuerzo por la vida
y a poder testimoniar esa fuerza interior que tu Hijo nos da.
Que desaparezcan las sombras del dolor y el sufrimiento
en las vidas de tantos hermanos
y que entre todos, junto a ti,
construyamos el reino de la alegría, del amor y de la paz
desde nuestro propios hogares, desde nuestras comunidades.
Amén.


Para el amor: una madre.
Para el dolor: una madre.
Para crear y cuidar la vida: una madre.
Para la ternura y el regazo: una madre.
Para enjugar las lágrimas: una madre.
Para curar las heridas: una madre.
Para aguantar la cruz: una madre.
Para acompañar a un enfermo: una madre.
Para dar paz al alma: una madre.
Para cuidar a un niño: una madre.
Para engendrar la vida: una madre.
Para la lucha generosa: una madre.
Para proteger la vida: una madre.
Para recibir a quien se alejó: una madre.
Para enseñar a rezar: una madre.
Para amar: los ojos, el corazón y las manos de una madre.
Para descansar: el regazo de una madre.
Para estar donde hace falta y cuando hace falta: una madre.
Para callar y guardar los secretos del corazón: una madre.
Para aprender a esperar: una madre.
Para estar cuando el alma duele: una madre.
Para buscar al que se perdió: una madre.
Para comprender silencios y palabras: una madre.
Para todo: hijo ahí tienes a tu madre,
procurando lo necesario para cada día,
sirviendo y ofreciéndose ella misma
para que, tomándola de la mano, entres en su vida.

[Oración de Álvaro Ginel adaptada]