El pasado viernes 9 de febrero daba comienzo el encuentro
anual de estudiantes claretianos. La comunidad formativa de Granada vino hasta
nuestra casa, en Colmenar Viejo, junto a otros estudiantes que viven en otras
comunidades, como Sevilla y Pamplona. El tema en torno al cual giró el
encuentro fue el próximo Sínodo de los jóvenes.
La experiencia del P. Fernando Bueno, SSCC, iluminó la
mañana del sábado. Claro y directo, compartió con nosotros la realidad de este
momento eclesial y social: ¿cómo respondemos a los jóvenes desde nuestra vocación
consagrada siendo jóvenes también? Mantener vivo nuestro deseo, no disfrazar el
evangelio y acompañar a los jóvenes siendo nosotros también acompañados fueron
algunas llamadas suscitadas desde su presentación: nuestra propuesta de fe sigue
respondiendo a los anhelos más íntimos.
Por la tarde, pudimos encontrarnos con cuatro jóvenes de
nuestra pastoral claretiana de Santiago: Miguel y Juan (Parroquia-Colegio San
Antonio Mª Claret) y Paloma y Ana (seglares claretianas de la Parroquia del
Inmaculado Corazón). Poco a poco, nos fueron regalando sus distintas percepciones
sobre los misioneros claretianos: valoran nuestra cercanía y entrega, quieren
estar con nosotros y que estemos con ellos. Sin embargo, también nos piden el
evangelio sin disfraces, acompañamiento, cauces de encuentro reales de la
misión compartida y encender la búsqueda de Dios juntos.
Tras un tiempo de adoración, la noche del sábado se cerraba entre cantos y bailes que volvían a recordarnos que la Congregación es rica en culturas y diversidad, que la misión no conoce fronteras para apasionarse con el evangelio.
El domingo nos regalamos un breve espacio personal para
poner delante de Dios las llamadas recibidas durante este encuentro, valorar
nuestra experiencia como acompañados y afinar en los desafíos que el Sínodo
trae. La eucaristía final, presidida por Pedro Belderrain cmf, Superior
Provincial de Santiago, fue el envío a nuestras realidades concretas: sabernos
agradecidos por lo que cada uno de nosotros aportamos a la Congregación, sin
tener miedo a lo distinto y a los desafíos que están en el horizonte más
cercano.
Un año más, queda el encuentro entre nosotros, estudiantes
claretianos. Queda la pasión con la que respondimos a Su llamada y a la que
queremos seguir respondiendo cada día. Queda, sin duda, que el Espíritu nos
siga animando a dar lo mejor de nosotros mismos para que Dios sea más conocido,
amado, servido y alabado de todos. Como fieles misioneros, como hombres
enamorados.
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