Desde este blog, los estudiantes claretianos de Colmenar queremos compartir con quienes os asomáis a nuestra casa nuestras pequeñas historias de fe y vocación. En ellas, como en las de cada hombre, siempre hay nombres y rostros singulares, personas que se han convertido en palabras de Dios para cada uno de nosotros. De entre estos nombres, algunos son claretianos que están entregando su vida a Dios y a sus hermanos. Queremos recordarles especialmente a ellos y dar gracias por la huella que han dejado en nuestro camino con su generosidad, su hondura de vida y su pasión misionera. Aquí va el primero...
P. Eduardo Monge, cmf |
Hace ya siete años. 2004. Fue mi año de Noviciado. Es un pasado que sigo llevando muy presente en mi seno vocacional. En él aprendí a descubrir el tesoro escondido en el campo de la vida religiosa. El padre Eduardo Monge, cmf fue mi maestro de novicios. Ha sido una de las personas que más me ha ayudado a echar raíces en mi recorrido vocacional. Su testimonio y su vida entera son pistas que me orientan y me infunden muchas ganas de recorrer este Camino. Él me enseñó cómo orar con el corazón, cómo trabajar, cómo acercarme a la gente sencilla (la gente del pueblo le llamaba Ama lekot - el buen padre); en una palabra, cómo convertirme en un místico en la acción. Y sobre todo me transmitió el espíritu que hace falta para buscar siempre la santidad y la gloria de Dios.
Recuerdo que en el patio de nuestro Noviciado había un esbelto pino. El P. Edu en muchas ocasiones nos decía: los novicios deberíais aprender de este pino, que cada día crece rectamente hacia el cielo. Esta frase que llevo en el corazón me hace recordar siempre que debo crecer cada día con la mirada lanzada hacia el cielo. Todavía hoy ésta y otras experiencias que viví con él continuan ilusionándome para seguir adelante, viviendo fiel y felizmente mi vocación como un joven misionero claretiano.
Yohanes Darisalib Jeramu, cmf
Capilla del Noviciado claretiano en Benlutu (Timor - Indonesia) |
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