Fotografía de Belén García de la Vega |
¿Tú a mí? Jamás.
Yo te dije que sí.
Y siempre te he seguido.
Y yo te defendí.
Hablé de ti con voz entusiasmada.
A veces no entendí, pero te creo.
Yo te reconocí como Mesías.
Y yo te acompañé
en todos los momentos.
¡Estuve en el Tabor!
¡Y te invité a mi casa!
Yo levanté las palmas a tu paso.
Yo he preparado el pan,
el vino y el cordero.
Y no sé dónde vas,
pero yo iré el primero.
¡Por ti, Señor, daré lo que más quiero!
¿Y tú quieres lavarme?
¡Jamás pondré mis pies en el lebrillo!
Despacio, le miró,
como al amigo torpe pero bueno.
Para subir conmigo hasta el Lagar
hay que saber dejarse descalzar.
Para subir conmigo hasta el Lagar
hay que saber dejarse descalzar.
Pedro, tú no has de amar
si no lavo tu barro hasta el extremo.
Aprende a decir "tú",
que tanto amor se agache
y toque el suelo.
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