viernes, 11 de febrero de 2011

tuenvidas

P. Mariano Avellana

      Me llamo Mariano Avellana Lasierra, misionero claretiano. Soy de Aragón, nací cerca de Huesca. Fui misionero incansable de Chile. Mi lema de vida será: ser santo o pedirle a Dios que me envíe la muerte, porque el que no vive para servir a las demás, como hacen los santos, no sirve para vivir. La gente dice que tengo un porte noble, cabello pajizo y voz de trueno. Mi propia naturaleza me llamaba a vivir la vida de la manera más cómoda posible pero escuché  las palabras secretas que Dios desliza en las orejas de aquellos que lo buscan en serio y decidí vivir mi vida para los demás.


      Aquí os pongo una parte de la carta que escribí desde Chile a una prima mía: «Me parece oportuno hablarte de la fidelidad a la vocación; de aquí proviene todo nuestro aprovechamiento en la virtud. Pon tu mirada en Dios; háblale a Él con toda sencillez y amor; haz las cosas por amor a Él y no por contentar a la gente; no te apegues a parientes o amigos ni a la reputación de nobleza, hermosura, talento… Vive la vida interior».

      En tiempos de dificultad, yo digo aquella máxima de Sta. Teresa: «nada te turbe, nada te espante»: ¡Qué fortaleza me ha dado! Cuando nuestro querer no tiene por objeto el honor de Dios y el servicio del prójimo, sino que mira hacia nosotros mismos, no es la voluntad del Señor. Amar y servir a Jesucristo en la persona del papa de Roma y en igual intensidad en la del mendigo de la calle.

      Cuando enfermé sólo le pedía una cosa a Dios, insistentemente: que me permitiera volver a predicar y que la hora de la muerte me encontrara en un hospital de pobres.

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