Orar es estar en la presencia de Dios con las manos y el corazón abiertos |
Ayer tuvimos retiro. En nuestra comunidad, todos los meses dedicamos un día a desconectar de la rutina cotidiana y hacer silencio, para que todo lo que vamos viviendo tenga su tiempo de reposo y de calado en Dios. Así nos lo proponen a todos los claretianos nuestras Constituciones, un librito que recoge nuestro programa de vida, del que os hablaremos en más de una ocasión. Esta vez, el retiro fue una oportunidad para repasar nuestro itinerario de oración. Entre otras cosas, pudimos dar gracias a Dios por las personas que nos han enseñado a orar a lo largo de nuestra vida. Nos ayudó para ello asomarnos a algunos textos de distintos autores que tratan de ponernos en la sintonía de la auténtica oración, como los que transcribimos aquí:
«Mi oración debe estar integrada en la vida. Vida y oración no son dos realidades paralelas que transcurren la una al lado de la otra. Ni mucho menos contrapuestas» (R. Bohigues) .