Ayer fue un día de fiesta. Un día de emociones intensas, de agradecimiento hondo, de fidelidad compartida. Celebramos juntos el día de nuestro Padre fundador, San Antonio María Claret. El día en que recordamos la vida del hombre de fuego, del misionero ardiente sin fronteras, del enamorado de Cristo y de María, del que tenía el alma habitada. Hacer memoria agradecida de su vida siempre es un motivo de alegría. En nuestro caso, triple alegría.
Capilla en la Solemnidad de Claret y renovación de los estudiantes claretianos |
Por un lado, la fiesta de Claret. Por otro, comenzamos la mañana renovando nuestros votos siete hermanos de nuestra comunidad. Siete jóvenes que volvieron a renovar su sí, su compromiso de seguir a Cristo más de cerca, su ser fieles a la vocación recibida. Ellos, Claver, Raju, Charles, Jorge, Rayappa, Sarin y Jobish, renovaron su profesión religiosa como Hijos del Inmaculado Corazón de María, como misioneros claretianos. En el fondo de su corazón renovaban el deseo de mantener encendido el sueño del joven Claret que llevan prendido en el alma.
Y, por último, pudimos compartir con Adrián de Prado, hermano de esta comunidad durante varios años, su profesión perpetua. Él, como la de tantos otros claretianos, quiere que su vida sea un canto al Amor con mayúscula que le sobrepasa y le sobrecoge, que le abrasó por dentro para ser ardiente hacia tantos rostros, tantas historias, tantos hombre y mujeres sedientos de Él.
Llamada a Adrián antes de profesar |
Durante el interrogatorio que le hace el Superior Provincial |
Adrián compartiendo su acción de gracias |
Durante la fórmula de profesión con la que se une a la Congregación |
Desde aquí, Adrián, agradecemos tus años con nosotros. Tu esfuerzo y tu sensibilidad, tus días de claridad y tus noches oscuras. Gracias por el tiempo de búsqueda compartido, por mirar juntos al Crucificado y celebrar en el día a día al Resucitado que nos llamó a estar con Él. Seguimos orando contigo y por ti, en el Corazón de la Madre, donde la vida sabe a verdad misionera. Que ella continúe enseñándonos a ser discípulos amados del Hijo, llamados por el Padre y enviados por el Espíritu. Y que no se canse tu corazón de guardar los dichos de Amor que enciendan tu vida y la de tantos. Gracias, hermano, por ser parte de esta grande obra.
Algunos de los jóvenes y claretianos que acompañaron a Adrián, con sus hermanos |
Más jóvenes y claretianos que estuvieron con nosotros |
Gracias, Padre, por llamarnos a la vida.
Gracias, por atraernos con ardor misionero al Hijo.
Gracias, porque en ti, por ti y desde ti, nos sabemos lanzados al mundo.
Gracias por la comunidad misionera que nos trae hermanos que te reflejan.
Haznos misioneros apasionados, al estilo de Claret.
Haznos misioneros contemplativos, al estilo de Claret.
Haznos misioneros servidores de la Palabra, al estilo de Claret.
Y sé Tú, Señor, sólo Tú, quien colme cada día y cada noche,
cada llano y cada cuesta, cada susurro y cada silencio.
Sólo Tú, Señor, para la vida de tantos.
Amén.
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