Un fuego que sea capaz de arder un corazón que a pesar de sus heridas, de sus desgastes, de sus divisiones, quiere entregarse del todo.
Así fue el corazón de Claret, un corazón abrasado.
Así quiere ser el nuestro: un corazón que desee, a pesar de todo, amar como Él amó. Y todos unidos por una misma vocación, una misma llamada y un mismo sueño: hacer del evangelio nuestra vida.
¡Feliz fiesta de San Antonio María Claret!
¡Feliz deseo de fuego!
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