viernes, 24 de octubre de 2014

¡Feliz deseo de fuego!


Un fuego que sea capaz de arder un corazón que a pesar de sus heridas, de sus desgastes, de sus divisiones, quiere entregarse del todo. 
Así fue el corazón de Claret, un corazón abrasado. 

Así quiere ser el nuestro: un corazón que desee, a pesar de todo, amar como Él amó. Y todos unidos por una misma vocación, una misma llamada y un mismo sueño: hacer del evangelio nuestra vida.
¡Feliz fiesta de San Antonio María Claret!
¡Feliz deseo de fuego!

jueves, 23 de octubre de 2014

Seguir queriendo ofrecer el corazón: renovación de la profesión religiosa

Una antigua canción repite en su estribillo: ¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón. Para ninguno de nosotros esta experiencia le es ajena. A todos se nos ha regalado el inmenso don de querer ofrecer el corazón. Y quien sabe si a ti también… 

Un corazón que, antes de ser entregado, se ha sabido profundamente amado. Un corazón que desea amar como Él amó. Un corazón que siente pobre, pero que se sabe enriquecido por la llamada a dejarlo todo por el Reino de Dios. Un corazón que busca, por encima de todo, volcarse en las cosas del PadreEn la víspera de la fiesta de nuestro Fundador, San Antonio María Claret, muchos de nosotros de forma especial hemos renovado los deseos de seguir más de cerca a Cristo Señor. Juntos, en comunidad misionera, renovamos nuestra profesión religiosa como Hijos del Inmaculado Corazón de María. Porque sabemos que nada podemos sin Él. Porque sabemos que todo nos viene de Él. Y así, ofreciéndonos en lo pequeño para que otros tengan vida, le recibamos en abundancia. 
 Renovación de la profesión de Charles


Renovación de la profesión de Jobish


Renovación de la profesión de Rayappa


Renovación de la profesión de Jorge
Firma del Acta de Adri
Firma del Acta de Raju


Firma del Acta de Sarin
 
Firma del Acta de Peter

Éste fue el deseo de Claret. Éste fue el sueño que mantuvo despierto su corazón al mundo. Y supo poner nombre a este fecundo proyecto con letras de sangre y fuego: un Hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad, que abrasa por donde pasa
Gracias, Señor, por este tesoro que nos vive. 
Gracias, Señor, por esta llamada a ofrecer el corazón y la vida. 
Gracias, Señor por el deseo de vivir 
   castos, pobres y obediente como Tú. 
Por amor. 
Por el mismo Amor con el que nos llevas a decir sí.




domingo, 12 de octubre de 2014

Invitas tú, mi rey...

 

Invitas tú, mi rey. 
Invita el Dios altísimo. 
La boda es la del Hijo. 
Tu Hijo muy amado.
Y sales sin temor a los caminos 
por llamar a los tuyos, 
por buscarme. 


¿Dónde estaré cuando tu Reino venga, 
cuando suenen de nupcias las campanas? 
¿Seré de los que nunca te esperaron, 
cansados de veredas sin destino?
¿Seré de los que están tan ocupados 
que ni para gozar hallan respiro? 
¿Tendré con qué llegarme a tu banquete 
o vestiré jirones de tristeza? 
¿Sabré quién es tu Hijo -¡tu Hijo!- 
cuando vengas? 

Si vinieras, rey mío, si vinieras. 
Si quisieras tenerme en tus moradas, 
trae contigo también mi traje de alegría, 
los ojos de mi fe, 
los labios de mi sí. 
Trae tú mi gratitud 
que yo soy débil, 
que no siempre percibo 
la invitación 
a entrar en tus amores. 
No sea que prepares tú las bodas 
y no prepare yo mi corazón, 
no sea que me esperes y no encuentres 
más que un hombre perdido, 
cegado, 
resentido, 
cubierto entero de polvo del camino, 
sordo a la fiesta, 
inútil para el baile, 
harto de pan, 
rendido de miseria, 
incapaz del olor de tus perfumes, 
de la luz de tu faz, 
del gusto de tus vinos. 


Si vinieras, rey mío, si vinieras, 
si quisieras tenerme en tus moradas, 
que con tu invitación venga también tu mano 
-mano firme, suave mano-, 
que me lleve a tu mesa sin dudarlo… 
Amén.