Como el niño rendido tras el llanto
en los brazos eternos de su madre.
Oye latir la vida y se sonríe,
pues bien conoce el centro del amor.
Y todo en derredor es luz serena,
cálida luz de hoguera,
cruz ardida.
Rendido por tu amor,
la luz avanza
de tu pecho a mi rostro, de tu pecho
todo tu pecho, entero derramado,
todo entregado
a mi resurrección.
Amén.
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