Dicen los
que llegaron,
los que ya se nos fueron,
que nada se perdió,
que todo va
volviendo.
Que regresan los trastos del rincón de los juegos,
el olor del
bizcocho de las tardes de invierno,
el tacto de la colcha,
el sabor de los sueños,
el nervio adolescente,
la calma que da el tiempo.
Se encuentra uno de pronto
con
rostros postergados,
con palabras perdidas,
con sentimientos vagos que ahora
son eternos,
con todas las entregas, también con los tropiezos,
con cuentas de
rosario,
con tantos padrenuestros.
Que
nada se perdió,
que todo va volviendo.
La casa tiene puertas que nunca
atravesamos,
vanos en las murallas, al cielo un tragaluz.
El bosque tiene
claros que nunca vislumbramos,
anchura en las veredas, frescores en alud.
Se
despliegan las velas que estaban amarradas,
abasto en las bodegas y vientos por
doquier.
Al mar embravecido le arropan nuevos puertos,
hay pasaje dispuesto para
el viejo bajel.
No hay listas de reproches, pero nada se ha ido.
Están los
viejos odios
y el rayo que no cesa.
Están pero Tus ojos los ven de otra manera,
a la luz de Tu Luz la noche se conmueve;
se corazona el hombre
al amor de Tu
Amor.
Las cuitas que eran lastre y prieta soledad
ahora se han vuelto amarres,
puentes
a tu regazo.
Las faltas que eran ruinas y
enconados rencores
se han transformado en sendas
de tu misericordia.
Has zurcido el pecado
con
hilos de perdón.
Donde hubo hilvanes rotos,
has puesto tu labor.
Dicen los que
llegaron,
los que ya se nos fueron,
que nada se perdió,
que todo va volviendo.
Y
en el centro del reino que se surge ante los ojos
hay una vieja silla
destartalada y pobre,
la más hermosa silla
que se haya visto nunca.
Todos los
hombres buscan, todos van caminando,
todo viene con ellos y todos van
volviendo.
Y todo hacia esa silla basta y desvencijada,
cálida como cuna,
áspera como cruz.
Con infinito exceso,
con afán desmedido,
con humilde poder.
La
silla está vacía, el rey arrodillado,
a su lado un lebrillo
y besos en los
pies.
Dicen los que llegaron,
los que ya se nos fueron,
que nada se perdió,
que
todo está en su Rey.
Amén.