viernes, 24 de febrero de 2012

¡Celebrando el cumpleaños! (IV)

     ¡Lo que da de sí un cumpleaños...! Nosotros seguimos prolongando el nuestro. Hoy, a través de unas palabras de P. Josema Sueiro, cmf. Él pasó hace unos años por esta comunidad siendo estudiante claretiano, viviendo una etapa de su formación inicial para ser misionero que recuerda con mucho cariño. Desde hace unos meses, como él mismo nos cuenta, ha vuelto a esta casa con el fin de prepararse lo mejor posible para ser formador de nuevos claretianos. Aprovechamos sus palabras para darle la bienvenida virtual al que ya es su hogar y lo será por una buena temporada, si Dios quiere. Que el Dios de la Vida te ayude a encontrar cada día la Fuente para poder acompañar hacia ella a todos los que vengan sedientos del Amor del Padre: ¡Bienvenido, Josema!

P. Josema Sueiro, cmf

      Como quien vuelve a casa.
     Doce años han pasado desde que partí a caminar por otros mundos. Comenzando por ver cumplidos los sueños de niño, partí a Honduras tierra querida para completar mi crecimiento misionero. Con billete de vuelta a la tierra patria regresé al año, en un nuevo siglo, en nuevo milenio. Un tiempo en el que poco o nada cambió esta España, y sin embargo mucho fue lo que me resultaba distinto: las palabras, la gente, la vida, el tiempo..
    A mi regreso, volví a los libros; mientras, recorría medio país encontrándome con niños, adolescentes, jóvenes, padres, abuelos… familias allegadas a nuestro misionar el Evangelio..
    Nada creo que haya ocurrido por casualidad en todas mis andanzas. Así, los siete años siguientes me llevaron a afincarme en la ribera del Duero, Aranda, tierra de la que salieron misioneros más de setenta veces siete, la que me dio mis primeros años de sacerdote, los primeros de profesor, también los de compañero, y los de joven misionero. Un pueblo y unos hermanos que me enseñaron la preciosa labor de acompañar el crecimiento de los que hoy aún son niños, pero en poco serán buenos mozos –eso sí, será cuando cumplan algo más de siete, pero nunca setenta veces–.

Colmenar Viejo, nuestra casa, nuestro jardín
     Mis pasos me han traído a donde partí. Vuelvo a lo que aprendí, a lo que viví, a lo que alienta mi caminar, a lo que sostiene mis pasos, como quien vuelve al amor primero. Nunca me vi extraño, siempre hubo quien me abriera su casa, encontré a muchos que me hicieron sentirme parte de la familia, tuve al lado a los que a mí se confiaran; y ya sabéis a lo que nos lleva todo eso: palabras, confidencias, comidas, nacimientos, bodas, alegrías, encuentros, sufrimientos y duelos. Esto es lo que ahora traigo de mis andanzas: VIDA, y en abundancia.

Josema impone las manos a Samuel (su hermano pequeño,
también misionero claretiano que pasó por esta casa)
el día de su ordenación presbiteral.
Ojalá sus manos sigan bendiciendo muchas vidas jóvenes
que desean entregarse al fuego misionero.
     Sin que nunca lo hubiera abandonado, olvidado, dejado..., me preparo para acompañar las vidas de quienes sienten despertar este espíritu misionero, las de quienes buscan responder a esa divina llamada para anunciar el Evangelio, a quienes quieren encontrar el misterio de la Vida: un Padre que se presenta de cara o en el reverso de cuanto y cuantos portan la Vida depositada por Él en ellos.
     Aquí llego. Doce años después. De nuevo.
     Y así lo siento: ¡Como quien vuelve a casa!


Josema Sueiro, cmf

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