Comienza la Semana Santa. En muchos sentidos, estos días se convierten para esta comunidad en los más intensos del año. Por toda la densidad de que están preñados y por cómo tratamos de vivirlos por dentro y por fuera. Esta joven comunidad de jóvenes aprendices de misioneros se abre, se dispersa, se esponja, se entrega, se multiplica. Y, a la vez, se interioriza, se reune, se concentra, se cuida, se unifica. Reegan, Gilles y Didier vivirán estos días como misioneros en algunos pequeños pueblos de Segovia, tratando de animar las celebraciones y la vida de los mismos con un grupo de jóvenes laicos. Franklin, Emmanuel, Peter, Gabriel y Denis participarán -también con algunos laicos- en una Pascua contemplativa, tratando de entrar en la adoración de los misterios de Dios a través de la mirada interior y el silencio. Paul Peter y Michael han viajado como misioneros al Reino Unido para pasar estos días con los claretianos que serán sus hermanos de vida y misión en un futuro cercano. Iñaki, Ephrem, Yohanes, Anthony, Josep, Joan, Benjitu y Adri compartirán estos momentos como misioneros con jóvenes de diferentes partes de España, deseando contagiar la alegría de la vivencia auténtica de la fe a las nuevas generaciones. Dion animará como misionero las celebraciones en nuestra iglesia, aquí en Colmenar Viejo. Todos en misión y cada misión de todos... Que el Jesús de los ramos, del cenáculo, del huerto, del camino, de la Cruz y del sepulcro vacío nos acompañe y nos ayude a ser sus testigos desde lo más hondo de cada una de nuestras vidas y desde lo más profundo de nuestra comunidad misionera.
Deseamos que esta Semana Santa se encienda de nuevo en cada hombre el fuego del Amor de Dios y que podamos ser como estas vidrieras, transparentadas de Cristo y abiertas al mundo, a la gente, al cada día. Que este hermoso poema que ahora compartimos sintonice nuestra vida con la Palabra del Padre, el Hijo y el Espíritu. Y que ellos nos colmen de Agua Viva el Corazón. ¡Feliz Pascua!
Amor llena mis ojos,
que con amor yo quiero mirar todas las cosas.
Yo sé que si las miro con amor resplandecen:
yo sé que si las miro con amor se me entregan.
Jamás donde hubo amor los mundos se agotaron:
jamás donde hubo amor cesaron las palomas.
Y nunca sin amor fueron los nidos,
y si el nido no fuera la vida no sería.
¡Oh, qué gozo, los nidos, por tan desamparados!
¡Qué alegría saberlos muy cerca de nosotros,
alzándose en el alba!
¡Qué alegría saberlos!
Iré dándote, amor, como a río invencible,
y nunca gota a gota, a manantiales.
Llegarás a lo seco:
llegarás a lo árido:
recorrerás la sed viva y eterna:
florecerán contigo las raíces
y del surco se dará lleno de vida.
Esmaltarás la tierra ¡toda! sin mesura,
y hasta el rincón más mísero y pequeño
tendrá el amanecer que le otorgaron.
Amor llena mis ojos:
que en la inmensa amapola de tu luz me derrame
sobre el reseco nido, y así los nidos sean.
Ana Inés Bonnin Armstron
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