Del deseo
ardiente
De la
llamada a la vida
De la voz
que levanta
Del Espíritu
que vivifica
De la vocación agradecida
De la misión ardiente
De la entrega generosa
De la Mano que sostiene
De búsquedas apasionadas
De respuestas emocionantes
De vidas entregadas
De almas de fuego
De ardor misionero
De centinelas orantes
Del amor que envía
De la justicia del Reino
Del clamor de los humildes
De la conversión del soberbio
De la amistad fuerte con Aquel que nos ama hasta el extremo...
...de tantas experiencias, dones y tareas se escriben tantas historias de consagradas y consagrados a lo largo y ancho del mundo. Hombres y mujeres que hoy, 2 de febrero, celebramos con toda la Iglesia nuestra fiesta.
Emocionados como Simeón, alegres como Ana, hagamos de nuestra vida templo que recibe y anuncia al Señor que da sentido a nuestros días...
¡Feliz día de la Vida Consagrada!
Y como regalo final,
una vida que merece la pena... un sueño que merece la pena...
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