Capilla del seminario |
Desde este pequeño blog, Jorge, muchas, muchas felicidades. Y que, por intercesión del Inmaculado Corazón de María, Dios te conceda caminar buscándole y acogiéndole, en su presencia, todos tus días. Y que a nosotros nos ayude a ser testigos de tu vocación y hermanos en el camino. Aquí dejamos una muestra gráfica de aquel momento y tus propias palabras: las que pronunciaste de viva voz durante la acción de gracias, a la que nosotros nos unimos ahora... ¡Gracias, Señor, por tu llamada!
"Creo que ya se ha dicho todo... o casi. Pero quiero compartir con vosotros un pequeño recuerdo. Cuando cumplí 19 años recibí un regalo. Un libro titulado Vivir adrede. Quien me lo regaló, escribía dentro:
«Toda vida es una respuesta.
Una respuesta a la Pregunta primera o la Invitación primera.
Y no hay respuestas malas, creo yo.
Pero sí hay respuestas que no responden.
Cada uno decide. Por eso conviene – creo yo – vivir adrede.
Si todo hace trizas el alma, también todo puede ser cauce de su Bendición.
Él también vive adrede. Como tú».
Desde entonces, me pregunto cada
día por dentro: ¿mi vida responde a esa Invitación, a esa Pregunta?Yo he aprendido a agradecer cortando rosas rojas del jardín de mi casa para ponérselas al Corazón de Jesús de mi abuelo. He aprendido a agradecer escuchando el ruido de una máquina de coser que arreglaba los bajos de los pantalones y chaquetillas blancas de mi padre. Aprendí a agradecer reconociendo el olor del jamón recién cortado y del verdel escabechado en las manos que, bien entrada la noche, me acariciaban el rostro mientras dormía. Y así, poco a poco, Dios ha ido enseñándome a responder agradeciendo con todo el corazón, con toda el alma, con todas mis fuerzas a través de muchos de vosotros. Hoy doy gracias a Dios por regalarme esta forma de responder.
Doy gracias a Dios a boca llena por invitarme a vivir, por hacer de mi vida una respuesta. Mi respuesta es la de querer vivir como Él vivió. Querer vivir expresando en todo el Nombre de Jesús, anunciando su Buena Noticia. Quiero que mi vida sea Él mismo… y si algún día lo olvidase, recordádmelo. Creo que el que se olvida de agradecer el Amor que recibe también olvida que necesita de Aquel que le invitó a vivir.
Agradeced conmigo, alegraos conmigo por esta vocación que recibo: ser misionero claretiano. Gracias, hermanos, por nuestra vocación.
Una última cosa. No olvidemos que somos respuestas: es el mejor regalo que Dios nos hace. Dará igual el tiempo que nos quede. Lo importante será responder con la propia vida a Aquel que nos amó primero. Y entonces, sólo entonces, todo será cauce de Bendición.
Y entonces, sólo entonces, el canto brotará de dentro, haciéndonos mejores: ¿cómo te podré pagar, Dios mío, tanto bien como me has hecho? Gracias. Amén."
Un fuerte abrazo Jorge! Desde tierras granadinas! Qué te gustan estos post ehh? ajajaj
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