domingo, 25 de noviembre de 2012

Rey del Universo

Señor, rey nuestro,
rey del Universo:
ábrenos los ojos a tu Presencia,
las puertas a tu Reino,
el corazón a tu Llamada,
la vida a tu hermoso Encuentro.


Tuya es la pena, donde no sé verte:
en ella estás amando a los que lloran.
Tuya es la noche, donde no sé verte:
en ella estás amando a los perdidos.
Tuyo es el día, donde no sé verte:
en él estás amando a los atentos.
Tuya es la fiesta, donde no sé verte:
en ella estás amando a los amigos.

Todo es tuyo, Señor, rey de la Gloria.
En todo gime el Espíritu por alcanzar tu Nombre.
Todo anhela prenderse en tu bendito Fuego.
Todo grita comunión en tu Cruz de Entrega.
Todos en tu seno descansarán un día.

Asoma tu Reinado entre mis muchas ruinas
y caigo de rodillas porque sé que me esperas,
porque adoro el Amor que habita en tu Promesa.

Señor, rey nuestro,
rey del Universo:
ábrenos los ojos a tu Presencia,
las puertas a tu Reino,
el corazón a tu Llamada,
la vida a tu hermoso Encuentro.
Amén.


domingo, 18 de noviembre de 2012

Crecemos juntos, desde la semilla...


Fundación PROCLADE, la ONG de los misioneros claretianos,
nos propone una interesante campaña de ayuda y sensibilización
en estos tiempos difíciles
(difíciles "aquí" y siempre "allí",
donde la crisis no termina):



Desde Colmenar Viejo hemos querido impulsar esta campaña
presentándola en todas las eucaristías dominicales.
Después de la misa de 11:00,
que animamos la comunidad de estudiantes claretianos
(los mismos que ofrecemos este blog),
hemos tratado de simbolizar nuestro apoyo
con todos los que han querido sumarse a este gesto:
unas cuantas macetas, unas semillas
y mucha gente deseosa de seguir a Cristo
creciendo en fraternidad y solidaridad
con quienes más sufren.
Aquí os dejamos unas poquitas fotos...
Ojalá la felicidad que asoma en la cara de los niños
(y de los no tan niños)
se multiplique a lo largo y ancho de este mundo,
tan amado y tan herido...
¡Crecemos juntos!
Desde la semilla...













domingo, 11 de noviembre de 2012

Y se entregó del todo...



Algo de harina en la orza;
aceite en la alcuza.
Pero nada sonaba en sus bolsillos.

Iban y venían.
Baile de ropajes y monedas.
Ofrendas y cumplidos.

Él sentado.
Lucidez y bondad en sus ojos.
Ella discreta. Él la miró.

Quizá lloraba.
Quizá todo se precipitara
y se rompiera sin remedio,
como el metal traicionero
cae en el cepillo.
Quizá protestara por dentro.
Quizá maldijera aquel tributo
que sin mirarla a los ojos
venía a devorarla.

Pero amaba al Señor.
Y le llevó su ofrenda.
Se la vio de negro
entre túnicas púrpuras,
sobria y decidida
a pesar del dolor.
En su gesto valiente
temblaron los cimientos.
La mucha injusticia se tornó virtud;
dádiva, el gran escándalo.
Descubrió el bosque más allá del árbol,
al Padre más acá del cepillo.

Y se entregó del todo.
Cargó fardos ajenos,
sufrió penas de más.
Pero nada en el mundo consiguió disuadirla. 
Ni siquiera el hambre frenó el vuelo del óbolo,
como no pudo el templo apartarla de Dios.
Nada le impidió ofrecerse del todo,
postrarse por entero ante el Amor eterno,
dejar su vida en manos
del Todogeneroso.


Nadie miró su traje oscuro.
Nadie escuchó su exigua ofrenda.
Sólo él supo verla.
Él, que estaba sentado...
Dolido y conmovido ponderó su moneda
y no encontró ninguna con tan alto valor.
Supo que aquel momento la orza rebosaba,
la vasija quedó colmada para siempre.

Dicen quienes le vieron
que recordó a la viuda
cuando llevó su ofrenda
desnuda
al enhiesto cepillo del Calvario:
abrazado al óbolo de madera
quiso hundirlo del todo en nuestra tierra.
Los clavos traspasaron la alcuza del aceite,
la entrega sin medida
todo lo desbordó.




domingo, 4 de noviembre de 2012

Amarte a ti...




Amarte a ti, Señor,
con toda mi capacidad,
con todo mi entendimiento,
con toda mi entraña,
con toda mi voluntad,
con todas mis fuerzas,
con toda mi libertad,
con todos mis anhelos,
con todo mi caminar,
con toda mi confianza,
con todo mi asentimiento,
con todas mis cosas,
con mi entera esperanza,
con todo mi corazón.

Amarte a ti, hermano,
como Dios te ama,
como Dios reclama,
como Dios me envía,
como tú requieres,
como tú deseas,
como tus heridas aguardan,
como entrega de la vida,
como fruto de la fe,
como signo de esperanza,
como gesto de fraternidad,
como anuncio de comunión,
como pregón del Reino,
como a mí mismo.




Señor crucificado,
prende en mí este amor a Dios,
amor a los hermanos.
Hasta el extremo,
con todo el corazón,
completamente arrodillado.


Amén.


jueves, 1 de noviembre de 2012

Todos los cuencos...



Supieron poner el cuenco boca arriba,
los sueños boca arriba,
los ojos boca arriba,
las ganas boca arriba,
los deseos boca arriba,
los esfuerzos boca arriba,
los miedos boca arriba,
los pasos boca arriba,
los días y las noches boca arriba,
los labios boca arriba,
los duelos boca arriba,
los retos boca arriba,
el cuerpo todo boca arriba,
sus vidas y sus nombres boca arriba.


La lluvia temprana cayó sobre su cuenco
y rebosó el agua por todos los costados.
Cosecharon los cestos la más dorada avena.
Se colmaron los frascos de perfume.
Hacia el yermo cayó el agua precipitadamente.
Rodaron los cestos, rendidos por la gracia.
Todo quedó arrodillado ante el maestro.
El perfume alcanzó los pies cansados
y se volcó el cuenco en torrente de servicio.
El Señor les dio piernas de gacela,
les hizo caminar por las alturas.
Y derramarse sin medida.
Y agacharse hasta tocar el suelo,
el suelo del suelo,
la tierra de la entrega,
el polvo del dolor:
amor que no se agacha no es amor.


Alegres y encendidos nos esperan,
su cuenco boca arriba guarda nuestros rezos,
su cuenco abierto acoge Sus misterios,
su cuenco derramado esparce la cosecha.
Su vida transparente, que puede ser la nuestra.
Ya todo en ellos apunta hacia lo alto,
su amor enhiesto dura para siempre.
Y el nuestro se levanta esperanzado,
se abre enamorado,
se agacha decidido...
¡También en nuestras manos vive un cuenco!